martes, marzo 16, 2010

...con lejía en una mano y cloro en la otra...



la abuela siempre me dijo que para quitar cualquier rastro de suciedad había que usar lejía y cloro, por eso en la madrugada corrí a buscarlos entre mis artículos de limpieza, pasé horas lavando con lejía tus rojos labios de fuego, tu cuello que unido a mis labios y mi lengua me lleva a descubrir más allá de tus hombros llenos de pecas, y tus piernas, uyyy, tus piernas que sutilmente me arrastran a ti, no, con cloro no se quitan, no se van, entre más intento borrarlos más difícil es, siguen dando vueltas, más intensas, me van matando poco a poco, me pierdo y vuelvo a caer en ellos, en mis más sucios pensamientos.

No hay comentarios.: