martes, diciembre 27, 2005

Aprendiendo a vivir...


En la bola de amigos que tengo existe una gran diversidad, hay de todo sólo es cosa de meterlos en una bolsita revolverlos y sacar uno para iniciar alguna aventura loca y en ocasiones sin sentido, pero que siempre terminan siendo divertidas.

Creo que al pasar tiempo con mis amigos logro descubrir algunas incógnitas que nunca me había planteado, pero que ahora son tan claras y precisas que siento el deber de transmitir mi sabiduría a nuevas generaciones, por ejemplo:

Recuerdo cuando me dirigía a tomar un café con un amigo y terminamos 9 horas después en una carretera de la cual su nombre me niego recordar, todo para dejarle un girasol a su mujer (que por cierto cuando nos vió casi casi nos corre) no tuvo piedad después de que nos perdimos por horas, se salió un tapón de la llanta a media carretera y claro nos bajamos por él, ¿por qué no?

Pero no lo niego, valió la pena por las luciérnagas que alumbraban el campo, ahora sé cuántos tanques de gasolina se necesitan para darle como 7 vueltas a todo Cuerna, reconozco cada uno de los antros de mala muerte a sus alrededores y ahora tengo la certeza que mis riñones aguantan de ida y vuelta a Cuerna hasta el Sanborns de Cuicuilco.

Con otro amigo aprendí a no irme en sentido contrario en una avenida porque te paran como 6 patrullas y si tienes aliento alcohólico te quieren ver la cara.

Y de estas hay miles, de verdad que en ninguna escuela enseñan como debe ser, como en la única y extraña Universidad De La Vida que cuenta con el sistema de curso intensivo, yo por eso ya pedí beca.